SEMINARIO MAYOR INTERDIOCESANO CRISTO REY URUGUAY
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Dimensión Pastoral

Ya que la finalidad del Seminario es la de preparar a los seminaristas para ser pastores a imagen de Cristo, la formación sacerdotal debe estar impregnada de un espíritu pastoral, que los haga capaces de sentir la misma compasión, generosidad y amor por todos, especialmente por los pobres, y la premura por la causa del Reino, que caracterizaron el ministerio público del Hijo de Dios; actitudes que se pueden sintetizar en la caridad pastoral.
 
La vocación a ser pastores del Pueblo de Dios exige una formación que haga a los futuros sacerdotes expertos en el arte del discernimiento pastoral, esto es, capaces de una escucha profunda de las situaciones reales y de un buen juicio en las opciones y las decisiones. Para practicar el discernimiento pastoral, conviene poner en el centro el estilo evangélico de la escucha, que libera al Pastor de la tentación de la abstracción, el protagonismo, la excesiva seguridad de sí mismo y de esa frialdad, que haría de él “un profesional del Espíritu”, en vez de “un buen samaritano”. Quien se pone a la escucha de Dios y de los hermanos sabe que es el Espíritu quien guía a la Iglesia hacia la verdad completa (cfr. Jn 16, 13).
 
Así, el Pastor aprende a salir de las propias certezas preconcebidas y no concebirá el propio ministerio como un conjunto de cosas por hacer o de normas por aplicar, sino que hará de la propia vida el “lugar” para una escucha acogedora de Dios y de los hermanos.
En la escucha atenta, respetuosa y libre de prejuicios, el Pastor llegará a ser capaz de hace una lectura profunda de la realidad, sin juzgar la vida de los otros, entrando en el corazón de las personas y en los contextos vitales que las caracterizan, sobre todo en los obstáculos internos y externos, que a veces hacen problemática la existencia.
La mirada del Buen Pastor, que busca, acompaña y guía a sus ovejas, lo conducirá a una visión prudente y compasiva; el pastor realizará su ministerio en un estilo de acogida serena y de acompañamiento vigilante de todas las situaciones. Él llegará a ser así signo de misericordia y de compasión, dando testimonio del rostro materno de la Iglesia que, sin renunciar a las exigencias de la verdad evangélica, evita transformarlas en cargas excesivas, optando por guiar con compasión e incluir a todos.
 
También se debe poner especial cuidado a la preparación de los seminaristas en lo relativo a la modalidad específica del acompañamiento pastoral de los niños, los jóvenes, los enfermos, los ancianos, las personas con diversas capacidades y cuantos viven situaciones de soledad y pobreza, tal vez debido a su condición de emigrantes, y de los encarcelados; debe prestarse una atención especial al fundamental campo de la pastoral familiar.

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